Más conocido como Las Vistillas, es uno de los jardines más desconocidos de Madrid, pero que, como todos, tiene su encanto.
Situado en lo que fue el campillo de Las Vistillas, está delimitado por el río Manzanares, lo que fuera el cauce del arroyo de San Pedro (actual calle Segovia) y las calles del Rosario, Bailén y Carrera de San Francisco. Se llama así por las vistas que se pueden disfrutar desde la parte más alta, como la de la ribera del Manzanares y la Casa de Campo, además del Palacio Real y la Catedral de la Almudena.
A principios del siglo XIII, se construyó el Convento de San Francisco, de la orden franciscana, que peleó con el Concejo de Madrid por la posesión del espacio próximo al convento, ganando el Concejo. Terminando el siglo XVI, el Ayuntamiento vendió el terreno a los Duques del Infantado y edificaron una residencia, que quedó ligada después a la Casa de Osuna. En el siglo XVIII, en el lugar donde se encontraba el Convento de San Francisco, se construyó la Basílica de San Francisco el Grande. Por eso, en este siglo se conoció el sitio por cerro de las Vistillas de San Francisco el Grande.
En el siglo XIX, el Obispado de Madrid-Alcalá compró la propiedad de los duques de Osuna y en 1900 se mandó levantar, donde estaba el palacio, la sede del Seminario Conciliar, manteniendo los jardines próximos. Las obras acabaron en 1906. Más tarde, el recinto de los jardines fue adquirido por el Ayuntamiento de la ciudad, que lo acondicionó en parte. Antes de dicha adecuación, en la década de los años 20, había mercados de alimentos, principalmente melones.
El jardín se divide en una parte septentrional y otra meridional. La primera parte, ocupa la zona más alta, donde está la plaza de Gabriel Miró y que fueron diseñados en 1932. Lo forman dos explanadas, una de ellas rodeada por un muro y donde hay una fuente, que tiene a aun lado el monumento dedicado a Zuloaga y en el otro la escultura de la Violetera. En la segunda explanada está el monumento al político Ramón Gómez de la Serna y una pérgola en forma de U.
Destacamos el acceso a la plaza de Gabriel Miró llamado Cuesta de los Ciegos, por la historia que tiene. En el siglo XIII, San Francisco de Asís llegó a Madrid y al ver el espacio de los jardines, quedó prendado y por eso se construyó una cabaña. Se dice que es el origen de la Basílica de San Francisco el Grande. La vida del santo era de total pobreza, viviendo de limosnas. Un día, el prior del Convento de San Martín le dio una vasija de aceite y cuando regresaba a la cabaña por la cuesta, aparecieron varios ciegos pidiendo limosna. San Francisco dio parte del aceite a los ciegos, que se lo llevaron a los ojos y empezaron a ver. Por esto la cuesta se llama así.
La parte meridional es la que está alrededor del Seminario y la Basílica de San Francisco el Grande, hasta el parque de la Dalieda. En esta parte encontramos el Parque de la Cornisa, por estar al borde del barranco y en el que aún hay restos del palacio del Duque de Osuna.
Tiene una de las mejores vistas de Madrid, además de un fantástico atardecer. Aquí tienen lugar parte de las Fiestas de San Isidro y la Verbena de la Paloma.
UBICACIÓN:
Plaza de Gabriel Miró s/n
CÓMO LLEGAR:
Metro: La Latina (línea 5), Ópera (línea 2, 5 y Ramal Ópera-Príncipe Pío)
Autobús: 3, 60, 148