En este post quiero hablaros de estos curiosos azulejos, que seguro que alguna vez habéis visto si paseáis por el centro de Madrid.
En la actualidad, aunque no conozcamos la zona, podemos saber dónde estamos gracias al nombre de las calles, pero antiguamente, el que no conocía Madrid lo tenía un poco complicado, puesto que no había ninguna indicación y empezaba ya a ser una ciudad grande para la época.
En una primera etapa, las calles tenían nombres asociados con hechos que allí sucedieron o algún vecino que vivió allí, con diferentes denominaciones y nombres de vías (calle, plaza, callejón, corredera, costanilla, cuesta…).
Así pues, en la época de Fernando VI, el Marqués de la Ensenada ideó un sistema de numeración de las manzanas mediante la Planimetría general de Madrid (1750-1751), una actualización de la antigua regalía de aposento. Se llamó Visita General y se numeró cada manzana, por ejemplo: Visita General, Manzana Nº 152. El problema era que la numeración daba la vuelta a la manzana, por lo que nos podíamos encontrar el número 152 de una calle y enfrente podía estar también otro número 152, que correspondiese a otra manzana de otra calle.
Y cómo no, falta la tan antigua picaresca española, hecha la ley hecha la trampa, que hacía que todo aquel que tuviera algo que ocultar, cerrase unas puertas y abriera otras por otro lado para no ser descubiertos por los recaudadores de impuestos o cualquiera que les buscara.
Como se puede suponer, el método resultó un poco desastre, así que, el Marqués de Pontejos, alcalde de Madrid y el cual tiene una plaza entre la Calle Mayor y la Calle Arenal, ideó el sistema actual de numeración, en el cual el número 1 estaba en el lugar más próximo al kilómetro 0, en la Puerta del Sol y el último número en el otro extremo de la calle, estando los números impares a la izquierda y los números pares a la derecha.
A pesar del nuevo sistema, los azulejos de Visita General se mantuvieron y podemos contemplarlos en nuestros días como testigos de la historia.
Uno de los grandes enigmas de la capital.
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Efectivamente! Se junta el enigma y la picaresca. Si no, no sería Madrid.
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